Por Juan Tomás Valenzuela
La cara del penco loco
en la alocución de anoche
no evidenciaba derroche,
ni conmesura tampoco.
Más bien mostraba buen foco
sobre el ambiente reinante,
diferente al petulante
que mostró en todo el proceso,
el otro corrupto avieso
que quiso ponerlo alante.
Yo vi a un penco muy lucído,
consciente de su fracaso,
muy distante del pelmazo
que nos mostraba el ungido.
Que aunque siempre fue un bandido
y corrupto por demás,
no era el penco barrabás
que acuñaban las encuestas,
que perdiendo en toda estas
cambiaba votos por gas.
Por la que si estoy dispuesto
a pagar una fortuna
es por la cara de bruma
de ese ungido deshonesto,
que utilizó de pretexto
para eternizar sus mañas,
a Leonel, al Hombre Araña,
al sobrino de Quirino,
a Euri Cabral, a Diandino
y al ñoquito mala maña.
Gonzalo, fue pulcro y parco
al aceptar su derrota
y voy peso a morocota
que hasta sus socios del narco,
se van a tirar del barco
antes que este llegue a puerto.
Porque con el bajo a muerto
que tienen él y la vice,
marcar otras directrices
podría ser un buen acierto.
Al ritmo de ¡ya se van!
se marcó el fin de esta casta
que diametralmente contrasta
con Juan Bosch y Ángel Miolán.
Este ungido charlatán
mediante un truco mostrenco,
intentó imponer al penco
por encima del deber
y acuchillando a Leonel,
desgració a todo el elenco.
Juan de los Palotes
6 julio 2020